Conciertos de Muslim Gira 2024-2025

Biografía

Tánger. Porque el verdadero hip-hop está imbuído de interculturalidad, porque el hip-hop es bastante africano y porque Tánger es una mezcla de ambas cosas, era normal que en los desarbolados barrios de la ciudad, donde el desamparo y la humedad comparten colchón, surgieran otras formas de protesta, más acordes con las nuevas brisas de la globalización que soplan pausadamente en esta esquina del mundo.

Corrían los años noventa cuando un joven tangerino, hijo de una humilde familia del barrio de Jemaa, empieza a interesarse por los ritmos y los sonidos del hip-hop estadounidense. “No entendía nada pero intuía que esa música denunciaba las injusticias sociales y defendía a las clases más desfavorecidas”, revela Mohamed Muslim, líder del grupo rapero Zanka Flow.

Pero en Tánger no había pandillas urbanas que predicaran la violencia, ni afamados gangsters al estilo estadounidense, ni tan siquiera unas tremendísimas mulatas, semejantes a las esculturales modelos de los videoclips, que los raperos neoyorquinos manosean apasionadamente. Abundaba en cambio mucha corrupción, mafias rudimentarias del narcotráfico y miles de subsaharianos que vagaban en la ciudad, con la vista puesta en la otra orilla. Y fueron precisamente unos nigerianos de paso, los que iniciaron a Muslim en las técnicas de grabación, en los ritmos y en la pasión hacia esta música que se ha hecho un importante hueco entre los adolescentes marroquíes, gracias a la repentina irrupción de varios grupos, esparcidos especialmente entre las ciudades de Tánger, Meknés, Kenitra, Casablanca y Marrakech. “Cuando me propusieron empezar a cantar con ellos me pareció una cosa inalcanzable. Jamás imaginé que se podía hacer hip-hop en árabe, pensaba que era una insensatez”, confiesa Muslim con mucha humildad, mientras se lamenta por la repentina desaparición de sus amigos nigerianos.

Las ausencias, la incomprensión, la timidez a veces y el inhóspito mercado de la música no amedrentaron al joven cantante que salió a las calles de Tánger en busca de inspiración y de otros aventureros que relataran con él los sinvivires de la ciudad, las pesadillas de la gente humilde y las crónicas de una urbe fétida, anquilosada entre el yunque del olvido oficial y el martillo de las drogas. “Fue una busqueda muy ardua pero valió la pena. Encontré a Larbi que compartía conmigo las mismas preocupaciones y el mismo amor por el hip-hop”, cuenta Muslim con orgullo, en las angostas calles de su barrio.

Con a penas medios para alcanzar sus objetivos, los dos raperos empezaron a ingeniárselas para comprar material de grabación y de reproducción. “Tuve que vender unas palomas que tenía en casa y trabajar en la fundición para comprar un ordenador que no sabía manejar”, comenta sardónicamente el robusto cantante.

Hoy, Muslim es todo un cantautor, compone y elige minuciosamente junto a los otros miembros de Zanka Flow, las melodías de sus canciones, “ todo con objetivo reformador que ahorre a los jóvenes de Tánger las miserias de la drogadicción y la vagancia”.

Sus canciones son también una crítica muy ácida contra todo tipo de abusos y contra los prejuicios nacionales que han marginado la zona norte de Marruecos durante largos decenios. “Es evidente que todo lo que canto es ficticio, mis personajes son irreales pero es cierto que el día a día, mis amigos y mi medio social son una preciosa fuente de inspiración”, matiza Muslim.

Mohamed Muslim cree que ha alcanzado su sueño pero le pesa enormemente que todavía no pueda hacer de su música su medio de susbsistencia. “Conseguimos llenar el polideportivo en el último concierto que dimos en Tánger, arrasamos allí donde vamos, nuestros albumes se venden bien, solamente queremos que no se nos estigmatice y que se reconozca nuestro arte”, sentencia Muslim.