Chambao es una palabra malagueña y se utiliza para referirse a un espacio hecho con sencillez, con un techo de hojas de palmeras o cañas y palos de madera que se levanta como refugio o cobijo en donde el señor espetero cubre su cuerpo del sol y el viento para cocinar las sardinas y demás pescado.
Sonido de olas, mansa arena, amigos y música, el chambao no se reduce al efímero espacio levantado de cara al mar con mantas y cojines, iluminado por una fogata, sino más bien un lugar donde prima el regocijo sencillo por la vida.
En el año 2001, María del Mar Rodríguez Carnero, Lamari (voz) y los primos Daniel Casañ (composición y guitarra) y , ElEdi, Eduardo Casañ (composición y guitarra), amigos y vecinos, comienzan a compartir momentos musicales en el barrio de Pedregalejo de Málaga. Poco después conocen al productor Henrik Takkenberg y maquetan las canciones del que fue su primer disco «Flamenco Chill». La mezcla del flamenco y de música electrónica ambiental, el chill out, desembocó en un concepto musical novedoso y original a la vez español y cosmopolita.
En el año 2003 sale su primer disco en solitario «Endorfinas en la mente» con la producción de Bob Benozzo, que también participaría en el álbum «Pokito a poko» (2005), en el que Lamari emprendería su proyecto en solitario liderando el grupo Chambao.
Su siguiente trabajo, «Con otro aire» (2007), fue un disco que manteniendo una sólida raíz mediterránea y sureña, buscó otras influencias en sonidos frescos y étnicos, donde sus letras hablan de cosas que le influyen, preocupan y divierten: “la música es la sensación más cercana al sentimiento, al amor, a la libertad, es muy difícil definir con palabras, con etiquetas, y el ser humano tiende a etiquetar a todo lo que la mente no llega”.
Ya casi a finales de 2009 Chambao viaja hasta el glaciar del Perito Moreno en la Patagonia argentina para hacer un concierto muy especial sin público, y publican su álbum «En el fin del mundo». Además de las reflexiones que suscita el escenario sobre el cambio climático y demás delitos contra la naturaleza, canciones como “Detalles”, que abre el disco, “Caprichos de colores”, o “Despierta”, invitan a soñar, a creer y a ser conscientes de que otros mundos no solo son posibles sino que también son necesarios. Mundos de ensueño y ritmos pegadizos se mezclan con pinceladas poéticas de sentimiento y emociones.
La música “es un ser vivo, y como tal, debe desarrollarse, crecer y adaptarse al medio”; lo sorprendente en su propuesta es la unión armónica de tradición e innovación tecnológica, al tiempo que sus letras crean una atmósfera de purificación musical. Chambao además de música, es también deseo manifiesto por una vida con sentido.