El caldo de cultivo sobre el que Esquelas cimenta su propuesta es difícilmente definible. Propensos, tal vez, a la electrónica más bélica y rayana en el esoterismo, no descartan apoyarse en ritmos en movimiento, que con las imágenes proyectadas en sus directos, conforman una intención de arrastrar a la audiencia casi a golpes a un lugar más primario, elemental e inseguro, a una suerte de rito funerario de otro tiempo.